viernes, mayo 04, 2007

La personificacion del Estado


"Gracias al Gobernador Manuel Rosales por graduarme a mi nieto".... algo así reza la cuña que inspiró la entrada que escribo hoy. La imagen es contundente: una viejita, de cara tierna y ojos iluminados, le da las GRACIAS al señor Gobernador del Zulia por haberle, repito, "graduado a su nieto". Pero la historia no termina ahí...

Junto a la viejita agradecida de la cuña se observan en otros espacios frases al estilo de "Gracias al Presidente Chávez ahora sí tengo mi casita". Resaltan, a la vez, inmensas vallas colocadas por las autoridades en las cuales se autorreconocen el inmenso esfuerzo cometido. Así, al lado de una gruta, de un liceo, de un drenaje - no importa - aún se leen mensajes como "Enrique Mendoza, EL GOBERNADOR", o "FREDDY BERNAL" acompañado por un diminuto "Alcaldía de Caracas". Siempre me ha resultado jocosa una estatua de Bolívar en la Av. Libertador (a la altura de Chacao), en la que una minúscula representación del prócer se erige sobre un pedestal que le supera casi el doble en tamaño. ¿La razón de esta desproporcionalidad? pues para poder señalar que dicha escultura, por supuesto, fue realizada bajo la gestión de la alcaldesa Irene Sáez Conde y tal y que cual.....

Lo que está de fondo en esto no es simplemente un caso generalizado de egolatría política. No es tampoco la vanidad de un grupo de gobernantes que se dan un baño de rosas entre jalamecates y cumplidos. Ojalá y así lo fuera. La realidad es que el asunto es más grave. Lo que está aquí de fondo es una genuina personificación del Estado a todos sus niveles.

Cuando el Estado garantiza un derecho o cuando el Estado ofrece un servicio se supone que lo hace de manera impersonal. No "impersonal" al estilo de "frío" y "qué sitio tan impersonal", sino en el sentido de que el Estado habla en nombre de la Nación, independientemente de quién lo dirija en determinada circunstancia o momento. Pues ese supuesto no es tal en el caso venezolano actual y, repito, si fuese un caso de simple vanidad, las consecuencias fuesen banales. No es el caso. La personificación del Estado venezolano trae consecuencias duras en la vida cotidiana y para el sentido de lo público.

¿Cómo así? Para la viejita, resulta obvio y cajonérico que no es la Gobernación del Estado Zulia la que ha provisto a su nieto de una educación (no creo que a su nieto le guste eso de que, luego de años de esfuerzo, digan que "lo graduaron"). No es la institución, sino EL GOBERNADOR quien "le" ha "graduado" al muchacho. Del mismo modo, no es el Ministerio de la Vivienda y Hábitat el que proporciona techo para una familia dada. Eso lo hace EL PRESIDENTE. Incluso, quizás la gravedad fuese "menos grave" de quedarse a ese nivel. Pero ni siquiera es EL GOBERNADOR o EL PRESIDENTE o EL ALCALDE (ya lo suficientemente grave y deformado por sí mismo), sino que va más allá: es MANUEL ROSALES, es EL COMANDANTE CHÁVEZ, es JUAN BARRETO CIPRIANI. En fin, es una fórmula aberrada que sigue el principio de "GRACIAS A ________, TENGO _______". Eso, aunque "normal" en Venezuela, no es correcto ni puede ser la base de un modelo eficiente de gestión pública. Es germen del clientelismo, del personalismo, y de varios otros "ismos" de la misma calaña.

Al hablar de esto en reuniones de habladera de pistoladas siempre esgrimo el mismo argumento: jamás he visto a un panadero, por ejemplo, que en sus panes inscriba la leyenda "Gracias a Manolo ahora puedo comer". Es su trabajo. Aunque un poco simplista, el ejemplo sirve para señalar lo obvio. Los funcionarios públicos no trabajan ad-honorem. No le están haciendo un favor personal a un pana ni son las Hermanitas de la Caridad. Son funcionarios ELECTOS PARA REALIZAR UNA LABOR ESPECÍFICA. Es por eso que resulta indignante aquello de que Rosales le graduó el nieto a la vieja o de que Chávez le dio una beca a x persona. Para concluir en términos muy coloquiales, "para eso les pagan". Si se quiere en términos un poco menos groseros, para eso trabajan.

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