martes, noviembre 06, 2007

No funciona la abstención


El 2 de Diciembre hay elecciones para decidir -vía Referéndum- si se aprueba o se rechaza la propuesta de reforma constitucional de Chávez. Desde ya existe una división fundamental entre quienes rechazan la propuesta: Participar o abstenerse. A continuación quiero presentar mis pareceres sobre este asunto, que me han llevado a la conclusión de que NO FUNCIONA LA ABSTENCIÓN y de que hay que votar para derrotar la pretensión autoritaria del neomilitarismo y sus acólitos.

La entiendo, mas no la comparto

En primer lugar, quiero comenzar destacando que no pretendo atacar a quienes se han abstenido en pasados procesos electorales ni a quienes ponderan hacerlo en el venidero. Al contrario, cabe aclarar que entiendo las motivaciones que han llevado a gran parte de la población a asumir la abstención como un recurso de resistencia. Perfectamente comprensibles son la impotencia, la rabia y el descontento ante un CNE dudoso y descaradamente ventajista hacia el sector gubernamental. Que Jorge Rodríguez sea hoy Vicepresidente de la República es de un cinismo atroz, y ha servido de eficaz combustible a las propuestas abstencionistas.

No obstante, el comprender esto no es suficiente para avalarlo. El problema está en que, si bien estas motivaciones satisfacen psicológicamente a los individuos que enarbolan la bandera de la no-participación, la realidad es que no se traduce en nada más que eso: un consuelo terapéutico individual, una especie de lavada de manos con la cual decir "yo no tuve nada que ver con eso, yo soy una persona digna y decente...a mí no me van a engañar".

Los "triunfos" de la abstención

Los promotores de la abstención -ya no el ciudadano común y corriente, sino quienes desde tribunas políticas, mediáticas, etc., propulsan esta idea- siempre la han vendido como un TRIUNFO ante el gobierno. Pero ¿cuáles son los triunfos de la abstención?. Se nos dijo que si no votábamos en las elecciones regionales, los gobernadores y alcaldes electos serían ILEGÍTIMOS. Así perdieron Mendoza en Miranda, Salas en Carabobo y cantidad de otros candidatos de "este" lado, con la promesa de que la "ilegitimidad" de los electos en minoría exigua impediría la gobernabilidad y forzaría a nuevas situaciones alentadoras. Eso no sucedió. Luego, en las elecciones de concejales y juntas parroquiales se satanizó a quienes abogaban por participar en sus comunidades y se dijo de ellos que sólo perseguían un carguito. Ahora esos mismos inquisidores deben lidiar con Concejos y Juntas plenamente rojos-rojitos para los más sencillos trámites cotidianos. Después vino la elección para la Asamblea Nacional, y se volvió con el cuento de la ilegitimidad. Pues la Asamblea "ILEGÍTIMA" ha aprobado hoy una nueva constitución en la cara de quienes juraron que la paradójica acción de la inacción traería frutos políticos.

Queda claro, pues, que no ha habido victoria alguna proveniente de la abstención. Se le entregó el país al chavismo en bandeja de plata en una acción en la cual la malcriadez le ganó a la política. Lamentablemente para Venezuela, en política no se puede decir "me llevo mi pelota y no juego más". Si uno no juega, hay millones en la banca que sí juegan por uno, aunque sean todos del mismo equipo.

Los peligros de la abstención
No se ha entendido suficientemente lo que puede significar la abstención para la cultura política venezolana. Las primeras décadas de la era democrática en Venezuela se destacaron por los altos niveles de participación y la pírrica abstención electoral, incluso en tiempos en que los grupos guerrilleros armados amenazaban con violencia las jornadas electorales. El valor allí era votar, participar, ser tomado en cuenta, algo que no había ocurrido jamás en tierra venezolana hasta la caída de las dictaduras militares, ya bastante maduro el Siglo XX. Los cerebros de la abstención pretenden convertirla en un VALOR político. No votar es ser digno. Votar es ser colaboracionista. El de la abstención es un discurso más de división y segregación (¿suena familiar?). Aparte, el discurso se cae. Quienes piden a gritos abstenerse reclaman con igual fuerza la participación en cuanta elección hay de Asamblea de Ciudadanos, Centros de Estudiantes, Junta de Vecinos, elecciones de condominio, Colegio de Abogados, Colegio de Ingenieros, etc., disgustándose ante la "apatía" ciudadana y el "desinterés" de la gente en sus cuestiones. Siembra vientos y recogerás tempestades.

Para citar una consecuencia directa de la abstención, vale recordar las pasadas elecciones presidenciales. La tarea del equipo del candidato Rosales fue titánica, pero en cuatro meses de campaña le fue imposible frenar un llamado de tres años a la abstención. Los resultados son conocidos, pero vale recordarlos: Chávez 62,84%, Rosales 36,9%, con una abstención de 25,3%. Los promotores de la abstención se regodean en su "triunfo" aseverando que la suma de la abstención y los votos por Rosales manifiestan el rechazo al gobierno de Chávez. Es una media verdad. Ciertamente manifiestan rechazo al gobierno, pero sólo quienes votaron lo manifestaron plenamente. Seguro que la mayoría de ese 25% que no votó lo hizo de manera militante, junto al porcentaje de siempre que prefiere quedarse durmiendo o irse a la playa porque sencillamente eso no le interesa o "no es con él". Sin embargo, ¿es cierto que ese 25% sea plenamente de oposición? Puede que lo sea en gran medida, pero no lo sabremos con certeza.

En elecciones pasadas también vimos quienes se abstuvieron porque se sentían sin chance de ganar. No es el caso de esta elección, pero ¡Dios se apiade de un país donde la gente crea en la democracia sólo cuando se sienta ganadora! Todo esto germina con la abstención.

Las mentiras de la abstención

Aquí seré breve y preciso. Es mentira que la abstención deslegitime a nadie. Esa es la realidad. En Venezuela no gana el que saca "x" cantidad de votos, gana el que saca UN voto más que su competidor. Es decir que si el proyecto de reforma saca UN voto y la oposición en pleno se abstiene, sacando CERO votos, de igual manera ganaría la opción del sí.

Es igualmente mentira que el que vota está "colaborando con el régimen" o "prestándose al juego". ¡Por favor! Quienes creemos en el voto no somos fiadores del CNE, pero creemos firmemente en que la opción debe ir más allá de echarse en el sofá a ver Globovisión o a emprender una fulana marcha sin retorno que se asemeja más a una marcha sin sentido.

Entre las peores mentiras está la que dice que la abstención no ha funcionado porque no se ha llevado a cabo de manera masiva, porque no se ha hecho bien. Esta me suena demasiado a aquello de los comunistas ("el comunismo no ha funcionado porque no se ha hecho bien"; "nunca ha habido comunismo, lo de la URSS y Cuba no es comunismo real"....). Valga una analogía culinaria: si usted está intentando cocinar un pollo y el pollo se le quema una y otra vez, ¿la solución es subirle la candela la próxima vez?. Por ahí hay una frase que dice algo así como: "si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo".

Otro de los grandes embustes peligrosos es que "es preferible el voto manual" (de nuevo, esto no quiere decir que quienes votamos tengamos acciones en Smartmatic o que Tibisay sea familia nuestra). Con el voto electrónico son posibles las auditorías previas y posteriores. Las partes pueden estar pendientes -en vivo y en directo- de cuidar sus votos y de cualquier irregularidad. Con el voto manual los votos son contados por personas, por lo cual se necesita un recurso humano inmenso para todas y cada una de las mesas electorales en el país. Funciona perfecto en La Trinidad o en Santa Rosa de Lima, incluso en Barquisimeto o en Valencia donde hay voluntarios de sobra. Pero ¿qué pasa en El Sombrero o en alguna población del sur de Apure? Ahí se quedaría contando los votos una mesa de integrantes totalmente rojos-rojitos. El voto manual es el clásico caso de "cuidado con lo que deseas porque puede volverse realidad".

Hay algunas más, pero estas me han parecido las más trilladas.

El llamado y el reto
La elección que se acerca no es una elección cualquiera. Aquí no se trata de elegir entre fulano y mengano. Se trata de escoger el tipo de país donde queremos vivir. Se trata de nuestra libertad, de nuestros derechos, de nuestro futuro como nación y como sociedad. En esta oportunidad no hay mezquindades politiqueras ni intereses individuales. No hay Borges vs. Leopoldo, no hay Teodoro vs. Oswaldo. No se trata de votar blanco o amarillo. Lo que hay es un profundo rechazo a una propuesta asquerosa que pretende hacer de las personas peones de un Estado autoritario y a la discreción de un "hombre fuerte", y por lo tanto hay también una inmensa oportunidad para gritar al unísono "NO A LA REFORMA".

Entonces el llamado es al realismo político. No se trata de lo que debería ser, sino de lo que es. Como dirían los Amigos Invisibles, "esto es lo que hay". El país no se va a parar mientras se generan condiciones más justas o favorables. Nadie dijo que era fácil. El triunfo depende de NOSOTROS. Nadie nos lo va a regalar, ciertamente no Chávez.

Invito a quienes no quieren votar a que lo hagan, así sea con un "pañuelo en la nariz". Ya prominentes figuras que apoyaron el abstencionismo en procesos pasados han admitido el error y están hoy en franca campaña por el voto y el NO. Entre ellos están el Alcalde de Chacao, Leopoldo López, Gerardo Blyde, y muchos otros. Y no, aunque les duela a los extremistas no es porque Leopoldo se casó con la hija de Chávez ni porque Blyde sea vecino de Barreto. Es porque reconocieron que la única manera de frenar la reforma y de luchar democráticamente es a través del voto. Incluso figuras del chavismo como el General Baduel y el partido PODEMOS han llamado abiertamente a votar NO. Éstos también reconocieron la importancia de esta elección y el peligro de la propuesta presidencial (a pesar de que los reyes de la paranoia puedan afirmar que todo se trata de un arreglo del G2 cubano y la extinta KGB para preparar la trampa).

El reto es materializar el descontento, traducirlo en victoria. La gente dice NO a esta reforma todos los días en la calle. Si lo dice el 2 de diciembre en las urnas, habremos triunfado de verdad, moral y políticamente. Es la hora de la gente, nos toca a nosotros decidir. No renunciemos a ese derecho, y a los que alegan que no se van a dejar fregar por el gobierno o el CNE les digo ¡háganles más difícil el trabajo entonces! La inacción es mala consejera, como lo son también las aventuras sin sentido como la fulana marcha sin retorno. Sólo votando podremos cambiar las cosas, el resto es autoayuda y fantasía. No funciona la abstención.