La aprobación en días recientes de la nueva Ley Orgánica de Educación ha sumido al país en un intenso debate que ha dado al tema educativo un (lamentablemente) raro protagonismo en la discusión pública. En el presente análisis intentaré presentar una perspectiva que explique, sin llover sobre mojado, por qué considero a la LOE como una ley pirata...
¿Por qué la educación?
Sin irnos muy atrás, es conveniente revisar la importancia que tiene la educación en la vida social, especialmente para los países en vías de desarrollo. Uno de los rasgos principales que comparten estos países en vías de desarrollo es el inmenso agobio de la pobreza. No es necesario profundizar en los embates que la pobreza impone sobre la población: desesperanza, necesidades insatisfechas, delincuencia, inseguridad, desempleo y muchos otros. La pobreza niega la posibilidad de una vida plena. Los pobres, aunque suene trivial, no van al cine, no salen a comer. Menos trivial puede sonar señalar que los pobres tienen prohibido enfermarse, ante el alto costo de las medicinas. Mandato perverso si se consideran las condiciones sanitarias y de higiene en las que viven tantos de nuestros compatriotas.. ser pobre en un país como el nuestro significa ser esclavo de un esfuerzo permanente, sin descanso, por mantenerse a flote, por mantener el cuello fuera del agua.
La educación es una luminaria de esperanza frente a tan sombrío panorama. Científicos sociales han demostrado la importancia de la escuela como antídoto y vacuna contra la pobreza. Organismos como la UNESCO han calificado a la educación como un vehículo al desarrollo y como el principal promotor del crecimiento económico y el desarrollo sustentable. Adicionalmente, la educación posee una misión liberadora, que se traduce en la transmisión de actitudes y valores modernos. La educación, materializada en la escuela como institución fundamental, posee la capacidad para sacar de la pobreza a las sociedades en desarrollo. El fortalecimiento de la escuela, en este sentido, redunda en el desarrollo económico y cultural de los pueblos.
Si la escuela es capaz de lograr todo esto, ¿qué pasa en Venezuela? La educación en Venezuela se enfrenta a un sinfín de retos que la encuentran en una situación muy precaria. Entre los principales problemas que estrangulan al sistema educativo venezolano en la actualidad se encuentran la deserción escolar, las deficiencias en las condiciones de aprendizaje, el hacinamiento escolar, la inadecuación infraestructural y curricular, los bajos niveles de rendimiento escolar, la insuficiencia presupuestaria y de inversión, y la calidad de la enseñanza. Eso, sin entrar a considerar el valor que le hemos venido dando como sociedad a lo educativo, que parece ser bastante bajo.
En fin, es dramática la situación de la educación en países como el nuestro. Hay sobre la dinámica educativa una presión excesiva que surge de una fórmula trágica en la que se combinan demasiados alumnos y candidatos a la escolarización, un número reducidísimo de maestros formados y pírricos recursos para dar respuesta a los más elementales reclamos del sistema.
Un reto especialmente colosal se da en cuanto al tema de la inclusión. El número de alumnos excluidos del sistema de educación formal es especialmente alarmante. Cada año desertan miles de estudiantes de educación media. Más de 130 mil alumnos, según cifras oficiales, desertaron en 2005. Adicionalmente, el déficit en materia de educación media es espeluznante. La gran mayoría de las escuelas venezolanas no ofrecen educación media, lo cual excluye, por defecto, a la mayoría de los estudiantes venezolanos de recibir un nivel de educación cuyas ventajas son evidentes por sí mismas: las personas que poseen un nivel de educación media tienen más oportunidades a nivel laboral, sus ingresos son mejores que los que no tienen este grado de escolaridad y sus actitudes son más modernas.
Existe pues un reclamo urgente en lo que a educación se refiere: su masificación. Educación para todos es un reclamo Constitucional y un deber moral. En la medida que logremos incluir a todos los venezolanos en el sistema educativo, avanzaremos como nación y podremos encaminarnos en la senda del desarrollo. Esto supone superar el déficit cuantitativo que se presenta en la educación, que tiene que ver con la brecha entre la demanda y la oferta, según la cual la demanda supera la oferta de cupos disponibles, problema que tenderá a agravarse a consecuencia del envejecimiento de la población, y una oferta que no crece en la proporción requerida. Adicionalmente, la masificación de la educación posee otro componente cuya revisión es urgente: el componente curricular. Este tiene que ver con los contenidos que forman parte de la educación venezolana. La educación debe preparar para la "vida real", con consideraciones hacia las demandas del mercado laboral y la vida ciudadana. Educar en vacío, "para nada", o "para entrar a la universidad" no tiene ningún sentido. Los esfuerzos en esta materia deben ser inagotables, encaminándose hacia la modernización del sistema educativo. En la medida que se hagan tangibles los beneficios de la educación, por ejemplo, en términos de productividad, en la medida en que se le vea "el queso a la tostada", tendremos menores tasas de deserción en las escuelas y se verá con mayor claridad los beneficios de la escolaridad completa.
La ley, su centro, y los problemas del país.
Estos son, entre muchos otros, los problemas que presenta la educación en el país. Podría uno suponer, entonces, que una nueva ley en materia educativa tendría como principal objetivo brindar respuesta y solución a estos problemas. Lamentablemente, esto no es así.
Quienes por profesión u oficio nos dedicamos a la educación tendemos a mantener como centro el bienestar de "los chamos". El foco está en ellos, el acento está en qué se puede hacer para brindarles una mejor educación. En ese sentido se hacen necesarios adelantos de innovación, de uso de las tecnologías de comunicación e información, de actualización curricular. Asuntos que, de hecho, son tratados en la recién promulgada ley de manera tangencial.
El centro de esta ley no parece estar ni en los chamos, ni en la innovación, ni en la resolución de los problemas que mantienen al sistema educativo colgando de un hilo. De manera insólita, la Ley de Educación no se centra en lo educativo. En cambio, el centro de la ley está en una clara intención de control por parte del Estado-gobierno. Y digo Estado-gobierno porque deliberadamente el gobierno asume para sí, en esta ley, las características y funciones del estado, y pretende fundir los dos términos en uno. Fusión antirrepublicana, peligrosa, que da pie a fusiones similares que pueden devenir en Estado-gobierno-partido(único).
Pero sobre todas las cosas, sin querer ni poder minimizar el intento de control total, la nueva Ley de Educación no da respuesta a los inmensos problemas de la educación venezolana. No dice nada sobre cómo masificar la educación, sobre cómo mejorar su calidad, sobre cómo sacarla del atolladero en que se encuentra. Aun peor, el Estado le saca el cuerpo a atribuciones que hasta ahora eran de su exclusiva competencia, tal como la construcción de nuevos planteles. Las "respuestas" que da la nueva ley a la problemática educativa son el control, la discrecionalidad (cheque en blanco al gobierno) y la demagogia.
Una ley pirata
Esta no es una ley educativa. Su centro no está en la educación. Está en el intento de control. Ante los inmensos problemas y retos que tiene por delante la educación en Venezuela, el gobierno ha decidido escupir una ley mediocre, una ley verdaderamente pirata que, lejos de solventar la situación de un sector que nos encaminaría hacia el desarrollo, el bienestar y el progreso para todos, se conforma con lo que hay. Es una ley pirata que se conforma con una educación pirata, en pro de su proyecto antipolítico de control de la sociedad.
Finalizo citando un documento de la UNESCO sobre educación y dinámica poblacional:
"La educación tiene el inmenso potencial de sacar de la pobreza a las sociedades en desarrollo. Mas para que esto suceda, será necesario primero que los países interesados...rescaten a la educación de la pobreza en que se encuentra sumergida".
Notas sueltas
Colas de la abstención. ¡Cuánto sigue costando el error de abstenerse en las pasadas elecciones parlamentarias! Es un tema que se ha barrido debajo de la alfombra y cuyas responsabilidades no han sido plenamente asumidas por quienes promovieron esa alternativa y satanizaron a quienes advertían su inconveniencia y peligrosidad.
Esto no se acaba aquí. La defensa de la educación y de la democracia son tareas permanentes. Ninguna ley cambia eso. Nos toca estar atentos día a día para contener los intentos de control. Nos toca también promover un proyecto distinto, moderno, educativo que responda a los intereses y problemas del país.
El Referéndum. Se ha propuesto la alternativa del Referéndum Abrogatorio para que la gente se pronuncie sobre esta ley. Creo que es una iniciativa acertada y que debemos unir esfuerzos para informar a la población sobre esta ley y propinarle al gobierno una derrota que le reafirme que la educación es algo serio, y que los venezolanos merecen una ley que lo asuma así.
Las que vienen. No debemos perder de vista las elecciones parlamentarias de 2010. Representan la mejor oportunidad, no sólo para dar un freno a las intenciones del gobierno, sino también para promover un proyecto de país democrático y abierto, progresista, desde un espacio como la Asamblea Nacional.